En el Servicio de Atención Terapéutica valoramos cada caso como síntoma que denuncia una dificultad más allá del aprendizaje
A menudo llegan al Servicio de Atención Terapéutica de Fundación Esfera niños y adolescentes etiquetados de fracaso escolar, pero ¿a qué nos referimos? Hablamos de alumnos que suspenden una y otra vez sin una justificación aparente. Entonces, ¿qué es lo que le pasa a un niño o adolescente que no puede aprender?
Aprender tiene que ver con poder incorporar algo que no se sabe, con hacerlo nuestro, y para ello es necesario por un lado reconocer que no se sabe, y por otro, que este reconocimiento no resulte tan molesto y vergonzoso como para que inhiba el aprendizaje.
Cuando un sujeto se enfrenta a un nuevo conocimiento y tiene la exigencia de que ya debería saberlo podrá pensar que no es lo suficientemente listo, que los compañeros son mejores y otras fantasías que pueden suponer un bloqueo.
Por otro lado, también observamos niños que parecen no tener curiosidad, desmotivados y con un aparente desinterés ante todo. Evidentemente los estudios entonces se ven resentidos. Es importante poder pensar qué les está pasando a estos niños, por qué se han quedado como detenidos y con miedo a crecer. ¿En qué andan sus pensamientos?
Desde el Servicio de Atención Terapéutica hacemos una valoración exhaustiva de cada niño o adolescente que llega con este síntoma, porque detrás de cada fracaso escolar hay un sujeto sufriendo por algo. Es muy importante no caer en la etiqueta de la vaguería, porque esta etiqueta puede suponer una profecía autocumplida con la que el alumno se identifique y de la que difícilmente podrá salir.
Entendemos el fracaso escolar como síntoma que denuncia una dificultad más allá del aprendizaje. Parémonos a pensarla.